La prevención de la sordera
Existen dos tipos fundamentales de sordera o hipoacusia:
LA HIPOACUSIA CONGÉNITA Y LA ADQUIRIDA
Respecto a la HIPOACUSIA CONGÉNITA, cabe destacar la importancia del consejo genético para lograr una correcta prevención.
En cuanto a la prevención de la hipoacusia cuando la causa es vírica, se consigue mediante vacunaciones.
En la infancia, la causa más frecuente suele ser la otitis serosa y su prevención debe basarse en una correcta evaluación del Pediatra. En el adulto la otosclerosis, es decir el endurecimiento o aumento de la densidad del hueso, es una enfermedad hereditaria. Aproximadamente un 60% de los pacientes con hipoacusia debida a otosclerosis tienen antecedente familiares de sordera.
Los medicamentos ototóxicos, son potencialmente nocivos para el aparato auditivo y por lo tanto, deberán ser evitados, ciertos medicamentos como la estreptomicina, tobramina, neomicina etc pueden desencadenar una hipoacusia de leve a completa, según la dosis.
Respecto a la HIPOACUSIA ADQUIRIDA, la que más frecuentemente se puede prevenir es la ocasionada por el ruido.
La exposición a ruidos intensos o excesivos provoca lesiones en el oído interno y, por lo tanto, sordera de tipo neurosensorial. El grado de la lesión del oído interno dependerá de la intensidad, la duración y la frecuencia del ruido, así como la sensibilidad del propio individuo. Es conveniente que el ambiente urbano, laboral y de ocio nos sea excesivamente ruidoso. Por ello desaconsejamos el uso de auriculares.
Estudios recientes muestran un aumento alarmante de hipoacusia en la población juvenil, siendo la causa escuchar música a una intensidad muy alta. El efecto del ruido sobre la sordera es directamente proporcional a la intensidad y al tiempo exposición al mismo.